jueves, 19 de abril de 2018

LOS CONCEPTOS DE DIOS Y DE LA MUERTE EN LOS TEXTOS MARTIANOS


LOS CONCEPTOS DE DIOS Y DE LA MUERTE EN LOS TEXTOS MARTIANOS.

Mirtha Manzano Díaz
                                                            

Conversando con mi hijo mayor un día sobre los adelantos científicos en la genética, nos preguntaba si existía la forma de evitar la muerte. Le respondía que aún el conocimiento no había llegado a tal punto. Esta pequeña escena familiar, sin embargo, me hizo recordar la maravillosa frase “La virtud es la llave de oro que abre las puertas a la eternidad”[1], entonces rectificando le expliqué que habían muchas formas de no morir y que  Martí nos había legado una fórmula para la vida eterna y trataba de revelar la evidencia de la presencia martiana en la actualidad.
Me miró suspicaz, y me di cuenta que no solamente él, para muchos el tema de la trascendencia o de la vida posterior, es inconcreto, y todo aquello que nos parezca inexacto, intangible, ilógico lo valoramos como absurdo. Nos olvidamos que el ser humano tiene la facultad de procesar la información a altos niveles de razonamiento y la abstracción es uno de estos procesos, así que, por qué no dar vida de forma objetiva a la subjetividad que nos permite la imaginación y la poesía.
Y es que esta frase martiana nos recuerda que el tiempo, nuestro acérrimo enemigo, tiene el poder de destruir la materia, pero hay algo extraordinario que se encarga de archivar todo lo trascendental, y ese algo es la memoria - la memoria histórica es la facultada para dar vida eterna e inmortalizar. El mismo Martí expresaba: “Los que no creen en la inmortalidad, creen en la historia”[2].
Y posiblemente ustedes se pregunten, “Bueno, qué relación tiene esta pequeña introducción con el tema del trabajo”, a esa interrogante le iremos dando respuesta a través de este texto donde nos proponemos: reflexionar sobre algunas concepciones religiosas en los textos martianos (especialmente el concepto de la muerte y la imagen de Dios) y analizar muy brevemente la evolución e influencia de estas concepciones en su vida a través de su obra.
Le invitamos a que reflexionen y extraigan también sus propias conclusiones de las que me gustaría retroalimentarme.                              
Volviendo a esa bella frase, nos detendremos en los conceptos virtud y eternidad. Según el Diccionario Aristos virtud significa: “1/ Actividad, fuerza, poder de las causas para producir sus efectos. 2/ Fuerza, vigor, valor. 3/ Poder, facultad o potestad de obrar. 4/ Integridad y rectitud, probidad y bondad de vida. 5/ Hábito y disposición del alma para las buenas acciones. 6/ Acción virtuosa o recto modo de proceder... .”[3]  Las acepciones en el diccionario dadas nos permiten obtener una noción auténtica del sentido de la misma, pero también podríamos añadirle, conociendo las cualidades de la personalidad martiana y el significado connotativo de la frase referenciada: sentimientos, principios, convicciones, trabajo, conocimiento, conciencia del bien, perfección espiritual, comprensión del yo y el nosotros, entre muchas más.
En el caso de la palabra eternidad figura: “1/ Perpetuidad que no tiene principio ni tendrá fin, atributo propio de Dios. 2/ Duración sin fin. 3/ fig. Duración dilatada de siglos y edades. 4/ Vida del alma después de la muerte.”[4] Tratándose del ser humano esta significa: vida posterior. ¿Y qué significa vida posterior? Pues en ella se reconoce la muerte física y la inmortalidad del alma, es una concepción religiosa. Martí asume, incuestionablemente, esta noción en su vida. Pero Martí era hombre mesurado, no se apresuraba a dar respuesta a algo sin haberlo examinado antes, observado antes, sin haberlo pasado por el filtro de su razonamiento, extraía conclusiones solo después de llegar al entendimiento de las cosas, sobre esto decía: “el primer deber del hombre es pensar por sí mismo”[5]. Todo lo pasaba por el filtro de su clara inteligencia y su sabio razonamiento, escribía sobre esto:
“Deduzco, pues que no debo oponerme a la obra natural de la inteligencia, y que tengo el derecho de buscar la razón de lo vago por un camino racional, no fijaré lo que no sepa, pero investigaré lo que no sé. La razón buena no conoce la cobardía filosófica: analiza todo lo que siente, estudia todo lo que ve[6].
Por tal motivo Martí concibe una forma especial de ver la muerte. La ve como vida, como trascendencia de su obra, como eternidad. Por lo que existe una relación estrecha entre los conceptos muerte y eternidad en la cosmovisión martiana. Una personalidad con tanta sensibilidad, con tanta poesía interna simpatizaba con esta idea religiosa. Pero sabía que la eternidad no se adquiría por derecho propio, se ganaba con sacrificio, tenacidad y constancia, de ahí que concibe el ejercicio de la virtud como la clave para lograr su proyecto y la religiosidad en su carácter para modelar el camino hacia la cúspide.
En un curso de Filosofía impartido por una profesora española escuché esta frase: “en la forma de concebir la muerte está la clave de la vida”. La anoté intuitivamente, comenzaba en aquel momento a carcomerme  la incertidumbre sobre la palabra muerte, recién iniciaba a cuestionarme el encanto de este vocablo cuya mera mención me espantaba tanto, entonces emprendí la tarea de cambiar no solo la imagen, sino también la concepción que tenía sobre ella, pues las alusiones referidas por aquella maestra y a las que Martí hace referencia en sus trabajos de Emerson, Darwin, Whitman, me hicieron considerarla muy sugestiva por la connotación que encerraba desde esta nueva perspectiva y a repensar el término.
Cualquier agnóstico concibe la muerte como fin, como dolor, sufrimiento, tinieblas, como símbolo espeluznante. Sin embargo, la sensibilidad martiana la describe como hermosa, sublime, dulce, bella, placentera…la conceptualiza como principio, alegría, como luz que se eleva, cima, como trascendencia, como inmortalidad. Escribía sobre la muerte de Emerson: “la muerte es una victoria; y cuando se ha vivido bien el féretro es un carro de triunfo, el llanto de placer…la muerte de un justo es una fiesta”[7].
Por eso se proyecta un plan de vida. Renuncia a los placeres, al reposo, porque sabía que el trabajo lo llevaría al descanso después de su muerte física, pero que su obra cobraría vida al rebasar la memoria histórica, recordemos que sobre la muerte expresaba: “la vida comienza con la muerte”[8].
Hay otra referencia que enfatiza la idea de la muerte como eternidad: “el idealismo no era en él, deseo vago de muerte, sino convicción de vida posterior que ha de merecerse en la práctica serena de la virtud en esta vida”[9]. Como vemos la virtud está presente como la clave para trascender, para convertir la vida en un eterno haz de luz. Luz como claridad de pensamiento, como ilustración, como verdad, como bien, como lucha, como disciplina, como mejoramiento humano. La virtud- era el proyecto de vida, el ejercicio de la virtud- el sentido de la vida, el resultado- la trascendencia después de la muerte física, o sea, la eternidad.
Estaba convencido que la fórmula para transitar hacia la eternidad residía en la armonía entre la verdad, la pureza y el trabajo creador.
Decía: “un hombre ignorante está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y la conciencia, ya está en camino de ser Dios”[10]. Si comparamos su conceptualización de Dios con la de la virtud como clave para merecer la eternidad podríamos encontrar cierta analogía, cierta sinonimia, sobre lo cual reflexionaremos más adelante, detengámonos, primeramente, para entender la esencia del símil en las palabras ciencia y conciencia ¿A qué se refiere Martí cuando utiliza estos vocablos?
Cuando habla de ciencia se refiere al conocimiento, a la investigación, a la superación constante en las diferentes ramas del saber para cultivarnos y liberar nuestras mentes, se refiere a la necesaria búsqueda de la verdad para lograr la libertad y emancipación individual y social, a la disciplina personal con respecto al sentido de la integridad interior y su coherencia con la acción y entrega a los demás, y ya aquí está haciendo referencia a la conciencia; porque aun cuando no era un psicólogo, ni desarrolló conscientemente esta ciencia, su profunda intuición, conocimiento del ser y de si mismo, sus ansias por compartir sus ideas, opiniones, conocimientos lo llevaron a hablar de forma implícita de valores, de formación de la  personalidad, si se examina, muchos de los elementos de la psicología actual pueden encontrarse en sus preciados textos.
Sabía que la inteligencia no se refería solo al mundo cognoscitivo, que la instrucción debía de acompañarse de amor- lo cognitivo lo fusiona con lo afectivo y de esta fusión nace el concepto de sí mismo, la autoestima y el autocontrol, que dan paso a la conducta del individuo, a su actuación, la personalidad se forma y manifiesta en la fusión de dos planos: como seres sociales herederos de la cultura que nos antecede, en el plano externo; y en el plano interno, donde se ponen de manifiesto las particularidades del carácter.
Como vimos en la frase anterior y en la unión de estas dos esferas y planos está su concepción de Dios. En la reflexión y autorregulación o autocontrol constante está su concepción de Dios. Apuntaba: “…es útil concebir un gran ser alto, porque así procuramos llegar por natural ambición a su perfección”[11].
Todos los elementos relacionados con la obligación moral del hombre y que tiene sus raíces en lo ético-cristiano influye en la concepción martiana del hombre, y todos “aquellos aspectos que en la religión están y a todos convienen”[12] como el propio Martí dijera. Desde el punto de vista ético Martí era extremadamente exigente, las palabras ambición y perfección en su frase dan muestra de esa rigurosidad en su carácter, o religiosidad- entiéndase por esta última, constancia, tenacidad, sistematicidad, disciplina, autorreflexión, control de sí mismo.
Para nuestro héroe nacional Dios era el modelo de hombre al que él aspiraba, estaba convencido que internamente el ser humano necesitaba proyectarse un ideal que lo superara espiritualmente, que le sirviera de grillo de la conciencia, que le exigiera constantemente, mejorar, perfeccionarse en el plano singular. Sobre esto apuntaba: “es innata la reflexión del espíritu en un ser superior, aunque no hubiera ninguna religión todo hombre sería capaz de inventar una porque todo hombre la siente”[13].
Para él Dios era Naturaleza creadora porque el espíritu humano existía gracias a ésta, sugería buscar la respuesta acudiendo a “la Gran Madre”, “abrir el libro, cuyas páginas han escrito los siglos”[14], no aconsejaba basarse en los juicios de los hombres “porque existen de procurar destruirse[15], prefería la evidencia de la memoria histórica.
Dios era aquello que podía explicarse aunque no se encontrara una respuesta “tangible”, pero a lo que se podía aspirar y por lo que se podía luchar por medio del trabajo y la abnegación, de la verdad y la justicia, de la honestidad y el deber cumplido para merecer la eternidad, el infinito, “el universo, -principio de los conocimientos humanos[16].
Por eso definiría muy bien su imagen de Dios, estaba consciente que no era un ser prodigioso el cual podría solventar nuestras dificultades, estaba consciente que no existía fuera de nuestra conciencia, y que la solución de nuestras vidas y nuestros destinos estaba en nosotros mismos. En escenas Mexicanas escribía:
 “El ser tiene fuerzas y con ellas el deber de usarlas. No ha de volver a Dios los ojos, tiene a Dios en sí: hubo de la vida razón con qué entenderse, inteligencia con qué aplicarse, fuego activo con qué cumplir la honrada voluntad. Todo en la tierra es consecuencia de los seres en la tierra vivos. Nos vamos de nosotros por inexplicable lucha hermosa; pero mientras, en nosotros estemos, de nosotros brota la revelación, la enseñanza, el cumplimiento de toda obra y ley”[17].
Su claro razonamiento y sabia inteligencia, su imaginación y poesía interna le permitieron entender, crear y aplicar en su vida el ideal de ese gran ser alto que le facilitó llegar al conocimiento a través de la investigación, a la pureza a través del bien, a forjar su personalidad en la armonía entre la conciencia y la conducta, entre el plano interno y el externo, entre su yo singular, particular y general.
Como buen cristiano Martí creía en Dios, mas su pensamiento religioso divergía del hombre común, un hombre con tanta cultura y sabiduría tenía muy bien conceptualizada la imagen de Dios, demistificada la figura de Cristo, definida la muerte, y realmente creía en la vida eterna, pero a través de la trascendencia de su obra.
Las siguientes frases corroboran esta interpretación. Una nos muestra como se manifiesta su concepción de Dios en su reflexión íntima, la otra en el plano colectivo. Al indagar sobre la creación se preguntaba:
 “¿A quién le podemos preguntar?
¿A Dios?.- ¡Ay¡ no responde, porque nos han enseñado a creer en un Dios que no es el verdadero: el verdadero impone el trabajo como medio de llegar al reposo, la investigación como medio de llegar a la verdad; la honradez como medio de llegar a la pureza. ¡Qué alegre muere un mártir¡ ¡qué satisfecho vive un sabio¡ cumple con su deber, lo cual si no es fin, es el medio”[18].
Cuando hablamos del plano interno hacemos referencia a lo singular en la personalidad, a la individualidad, a su yo interior, a su conciencia, a su pensamiento, a sus sentimientos y valores espirituales individuales.
A través de esta bellísima reflexión sobre la obra de la creación Martí nos lega los ingredientes de la virtud = trabajo + investigación + honradez, esa es la fórmula a las palabras mágicas para penetrar el universo de lo eterno.
¿Quién nos impone el trabajo, la investigación y la honradez? – nuestra propia conciencia que está condicionada por lo social, nuestro ardiente deseo de llegar al reposo, a la verdad, a la pureza. Estas son el resultado de la fusión de lo afectivo y lo cognitivo que conforman nuestra espiritualidad, nuestra singularidad, lo que nos hace diferente. Visto todo esto en esta frase a través de las imágenes del mártir y el sabio, de quienes se sacrifican por el bien común, de la patria, y de la ciencia.
Es interesante como la frase nos deja un final sugerente y abierto: “lo cual si no es fin es el medio”, nos surge inmediatamente la pregunta: ¿El medio para qué? ¿Para llegar a merecer la inmortalidad, la trascendencia? ¿Para inscribirse en el gran libro de la memoria histórica? Creemos es un hecho que queda bastante claro y que fundamenta un poco la frase de la virtud como llave de oro… Así lo interpretamos porque solo aquellos que piensan y viven por y para los demás trascienden, aquellos cuya máxima es patria y ciencia, amor supremo, verdad, mártir y sabio; aquellos en cuya personalidad se funden elementos cognoscitivos y afectivos dando muestras de una conciencia espiritual pura que se materializa en ejemplos de excelentes modos de actuación; esos que logran la armonía entre la materia y el espíritu, el objeto y la conciencia, el yo singular y la preocupación, protección y defensa del yo particular y general; esos son los que logran irradiar luz propia, merecen la vida eterna. Martí para Cuba y América es vivo ejemplo de mártir y sabio, logró conscientemente en vida su trascendencia.
Una vez más a través de la concepción religiosa, a través de aspectos éticos que le parecen muy valiosos en la religión nos trasmite el concepto de virtud, el concepto de ser humano como individualidad o personalidad pero que tiene gran influencia en la esfera social y viceversa. ¿Cómo se llega a mártir o a sabio? Sino a través del sacrifico personal pero por el bienestar, la justicia, el progreso, la paz de un país o la humanidad – transita de lo singular a lo universal, y lo singular universaliza.
En sus pensamientos filosóficos se recoge el siguiente fragmento con referencia a Dios que abarca el plano universal:
 no es necesario fingir a Dios desde que se le puede probar. - por medio de la ciencia se llaga a Dios. No dios, como hombre productor, sino Dios, como inmenso mar de espíritus, a donde han de ir a confundirse ya resueltas, todas las soberbias inconformidades de los hombres lo cual tal vez puede afirmarlo la Poesía, intuitiva, pero no debe apresurase a afirmarlo la filosofía experimental”[19]
Cuando hablamos de plano externo nos referimos a la actuación del individuo en el medio social en que se desenvuelve, se refiere a la conducta de su yo interno al materializarse como miembro de una comunidad, región, país, humanidad, lo que contribuye al yo particular y general. El plano externo lo veremos en esta frase como la suma de los individuos que conforman la sociedad y que matizan cada región o país con sus creencias, idiosincrasia, que atesoran la cultura de la humanidad como lo universal, dentro de lo que sobresale lo trascendental.
A través de esta reflexión Martí ve a Dios en el plano universal como conjunto de resultados de la creación humana, como las huellas concretas impresas en el espacio y en el tiempo resultantes del espíritu de superación colectiva, de investigación y de justicia de los hombres. Para Martí la verdad estaba en lo que trascendía, en lo que perduraba a través de las diferentes épocas. Ese mar de inconformidades resueltas es “el libro de los siglos”, la memoria histórica de la humanidad y el universo.
Toda referencia al Espíritu santo se centra en la naturaleza creadora, la ciencia, la conciencia, el conocimiento de sí mismo, la lucha interna y externa del individuo por la virtud, por la entrega total a la defensa de los más genuinos valores colectivos y humanos.
Dios es utilizado como metáfora para significar principios, convicciones, sentimientos, conocimientos, modos de actuación basados en la más lírica armonía entre la belleza del corazón y del medio, entre la pureza del alma y de la actividad, entre la luz del espíritu y la palabra.
Evidentemente gran influencia en su reciedumbre por el mejoramiento humano en el plano individual la tuvo su concepción religiosa del mundo espiritual, su concepto de Dios como imagen de perfección del bien en la conciencia humana “Dios existe, sin embargo, en la idea del bien que vela el nacimiento de cada ser, y deja en el alma que encarna en él una lágrima pura. El bien es Dios. La lágrima es la fuente del sentimiento eterno”[20].
Se han utilizado solo algunas de las referencias a Dios y de la muerte. Con esto no queremos decir que sus textos estén plagados de ellas. Tenía grandes preocupaciones y objetivos trazados por qué luchar, él mismo decía: “no soy bastante instruido en cada una de las religiones para poder decir con razón que pertenezco a una de ellas”[21]. Más sí tenía muy bien concebida la idea de Dios y su creencia en que la virtud se lograba a través de la conciencia personal, y que ello podría alcanzarse mediante la concepción de un ser ideal que lo superara espiritualmente, su lucha estaba dirigida a la competencia consigo mismo por conquistar la perfección humana, lo que le permitía crecerse espiritualmente, conocerse, posibilitándole el conocimiento y la comprensión del prójimo. Y estaba convencido que la meta la alcanzaría mediante el constante trabajo investigativo, crítico y creador y que la verdadera naturaleza y fortuna de la vida residían no en la cima en sí, sino en el abrupto camino hacia ella.
A través de su obra  observamos una etapa de actividad creadora en los diferentes campos del saber humano y de educador, donde recurre a la imagen de Dios como vía para trasmitir su ideal del hombre, de perfección espiritual en la búsqueda de la armonía entre el alma y la acción, y del ejercicio de la virtud en el plano interno y externo, características de la personalidad que son las bases de la formación y fortalecimiento de los valores humanos.
Conocía los límites de la oscuridad y de la luz, sabía que traspasar las fronteras hacia el extremo de las cosas era navegar contra la verdad, romper una conexión de las partes de un todo, romper la armonía del virtuosismo, era como traicionarse a sí mismo, que es lo mismo que traicionar a los demás. Se necesita de mucha sensibilidad para comprenderlo, de la carencia de prejuicios, de esquemas, de dogmas para bien interpretarlo.
Modeló su personalidad, influyó y legó a través de sus enseñanzas su concepción del hombre, trabajó en la conciencia social de sus contemporáneos siendo ejemplo puro y haz de luz para generaciones futuras.
Tal exigencia y rigurosidad en la perfección y sinceridad de su yo singular o personalidad lo conducen a la necesidad de transmitir sus ideas para instruir y educar a sus coetáneos y nuevos generaciones a un plano particular- la patria, que trasciende a lo universal- la humanidad.
Hay otra etapa de agitador político. Esta etapa se caracteriza por su llamado a la conciencia social mediante, no solo la actividad creadora o educadora, sino de la acción política. Esta etapa incluye su dedicación a la lucha por la independencia de Cuba como soldado activo y transformador en el campo de la acción. Durante este periodo su lenguaje sin dejar de mantener su belleza estética y poética se torna más práctico, más sabio, más dedicado a la perfección social.
Se encuentran referencias frecuentes al Señor desde su temprana publicación El Presidio Político en Cuba, documento publicado cuando solo contaba 18 años en el cual Martí vierte todo el horror vivido, denuncia las inhumanas barbaridades cometidas, aúlla de dolor por la patria y hace un llamado a la conciencia de identidad nacional.
 Las referencias comienzan a disminuir más adelante en textos de corte político o patriótico, lo que no significa que desaparezcan totalmente; en carta dirigida a Ramón Mayorga Rivas, un mes antes de su muerte, apuntaba: “… es proeza grande e inmortal de veras digna de almas perfectas,  presentarse ante Dios el hombre para ser juzgado, llevando la bandera de la Patria por sudario”[22].
Su concepto de religiosidad una vez más entraña el medio ideal para alcanzar la pureza de espíritu que necesitaba para enfrentar la gran obra que realizó no por azahares del destino, sino por convicción propia, como héroe y maestro, como mártir y sabio.
En las décadas del 70 y el 80 se recogen con frecuencia referencias religiosas en disímiles artículos, discursos, apuntes; es un periodo de definición no solo en el plano afectivo, sino también en el plano cognitivo; alcanza una madurez extraordinaria desde el punto de vista teórico en diferentes ramas del saber humano. Todo lo observa, indaga y extrae sus propias conclusiones. Logró alcanzar una increíble capacidad para determinar justamente los extremos y alcanzar el equilibrio, es época sustanciosa en trabajos críticos de corte social, histórico, literario.
Se dedicó a realizar una labor publicística y literaria tanto en países latinoamericanos como en los Estados Unidos, a transmitir sus certeros juicios, y despertar la conciencia del pensamiento propio en cada individuo como vía para llegar a la verdad o a la libertad por la justicia y dignidad del ser humano. Su creación es un legado de valores espirituales, morales, éticos, estéticos, convertida hoy en fuente de enseñanza, en ideario, en filosofía.
Se nota una evolución en su conciencia religiosa, no en cuanto al concepto de religión en sí, pues este lo tenía claro, sino en su concepción interna, primeramente que le llevan a modelar su ideal de hombre, y con ella la exigencia permanente consigo mismo y en sus relaciones sociales de no traicionar con su actuación ese ideal concebido.
Fue un filósofo que supo transmitir sus aprendizajes a través de las imágenes políticas más fascinantes, lo que la filosofía no le permitía decía, pero si se lo facilitaba la poesía intuitiva por naturaleza.
Existen tres etapas que marcan la personalidad de Martí como hombre íntegro y ejemplo de virtud a los que contribuye, sin dudas, su religiosidad singular.
La primera se caracteriza por el riguroso proceso de metacognición, autorreflexión, autovaloración y autocontrol constaste, no solo de sus razonamientos, sino también de sus sentimientos. Esta le permitió lograr una armonía interna que se materializaba en la mágica influencia que ejercía sobre los demás en la comunicación oral, o escrita y que aún ejerce a través de la lectura de sus obras.
Sus criterios van más dirigidos a influenciar en la espiritualidad o la conciencia singular, en la formación de valores individuales que le permitan al hombre consciente y paulatinamente convertirse en defensores y transformadores a un plano particular y general.
La segunda se desprende de la anterior. Tal exigencia y minuciosidad en la perfección y sinceridad de su yo singular lo conducen a la necesidad y motivación interna de trasmitir sus ideas para instruir y educar a sus coetáneos en el plano particular la patria que trasciende a lo universal la humanidad.
La tercera es un llamado a la conciencia social a través no solo de la actividad creadora, sino de la acción política, sus propósitos van dirigidos a influir en la actividad social, en la necesidad de la acción para defender y conquistar la libertad y dignidad de la patria y la humanidad. 
Se hace necesario aclarar que estas etapas no están una superpuesta a otra, ni divididas o separadas en el tiempo, sino que forman un sistema armónico único muy interrelacionados, aparecen desde que aflora como adolescente y comienza a modelar su personalidad, fluyen en sus escritos de forma simultánea y a la vez cíclica en su corta pero intensa vida, se presentan en su condición de patriota, por ejemplo, desde su Presidio Político en Cuba, maduran en su concepto de Patria es Humanidad, se materializan cuando lo sorprende la muerte luchando por la independencia de Cuba, transitan de lo singular a la universal y viceversa.
El análisis, reflexión e interpretación de sus referencias religiosas nos ha llevado a concluir que la religiosidad martiana le exigió reciedumbre en su personalidad o espíritu, sabía que no era perfecto como ser humano por lo que concibió un ser interno que lo superaba y por soberbia natural aspiraba a  parecerse a él, conjugó con gran armonía la sed por el conocimiento y ansias por el mejoramiento espiritual lo que se materializó en su actividad creadora y política a través de la fusión de valores transcendentales.
No habla de personalidad pero habla de espíritu, no habla de valores, pero habla de virtud y es la religiosidad interna por el constante perfeccionamiento lo que contribuye a la alimentación de ese fuego cristalino que lo hace partícipe y artífice, héroe y lumbrera.


Bibliografía

Diccionario Ilustrado de la Lengua Española ARISTOS. (1985). Ed. Científico Técnica. Ciudad de la Habana. Cuba.
MARTÍ en la Universidad IV. Selección y prólogo de Cintio Vitier. (1997). Ed. “Félix Varela”. Ciudad de la Habana. Cuba.
VALDEZ, GALARRAGA, R. (2002). Diccionario del Pensamiento Martiano. Ed. Ciencias Sociales. Ciudad de la Habana. Cuba.



[1] .- Emerson p.129. MARTÍ en la Universidad.
[2] .- Courland Palmer, La Nación, Buenos Aires, 9 de Septiembre de 1888, t.13, p.350.
[3] .- Diccionario Cervantes, p.651
[4] .- ibídem. p.279
[5] .- Hombre de campo. P.137. MARTÍ en la Universidad.
[6] .- Páginas de filosofía. p.118. Ibídem.  
[7] .- Emerson, p: 132. Ibídem.  
[8] .- Páginas de filosofía. p.118. Ibídem.   
[9] .- Emerson, p: 132. Ibídem.  
[10] .- Emerson, p: 132. MARTÍ en la Universidad.  
[11] .- Hay en el hombre…, p: 140. Ibídem.  
[12] .- Hay en el hombre, 140. Ibídem.  
[13] .- Fragmentos, t.19, p.391
[14] .- Filosofía 2, 119. Ibídem.  
[15] .- Filosofía 2, 119. Ibídem.  
[16].- Páginas de filosofía, 116. MARTÍ en la Universidad.
[17] .-Escenas Mexicanas, t.6, p: 286
[18] .-Pensamiento filosófico, p: 121. Ibídem.
[19] .- Pensamiento filosófico, p: 119. MARTÍ en la Universidad.
[20] .-Presidio Político en Cuba. T.1, p. 45
[21] .- Cuadernos de apuntes, t.6,  p: 42
[22] .- Epistolario, t. 4, p. 135