LOS CONCEPTOS DE DIOS Y
DE LA MUERTE EN LOS TEXTOS MARTIANOS.
Mirtha Manzano Díaz
Conversando con
mi hijo mayor un día sobre los adelantos científicos en la genética, nos
preguntaba si existía la forma de evitar la muerte. Le respondía que aún el
conocimiento no había llegado a tal punto. Esta pequeña escena familiar, sin
embargo, me hizo recordar la maravillosa frase “La virtud es la llave de oro que abre las puertas a la eternidad”[1], entonces
rectificando le expliqué que habían muchas formas de no morir y que Martí nos había legado una fórmula para la
vida eterna y trataba de revelar la evidencia de la presencia martiana en la
actualidad.
Me miró
suspicaz, y me di cuenta que no solamente él, para muchos el tema de la
trascendencia o de la vida posterior, es inconcreto, y todo aquello que nos
parezca inexacto, intangible, ilógico lo valoramos como absurdo. Nos olvidamos
que el ser humano tiene la facultad de procesar la información a altos niveles
de razonamiento y la abstracción es uno de estos procesos, así que, por qué no
dar vida de forma objetiva a la subjetividad que nos permite la imaginación y
la poesía.
Y es que esta
frase martiana nos recuerda que el tiempo, nuestro acérrimo enemigo, tiene el
poder de destruir la materia, pero hay algo extraordinario que se encarga de
archivar todo lo trascendental, y ese algo es la memoria - la memoria histórica
es la facultada para dar vida eterna e inmortalizar. El mismo Martí expresaba: “Los
que no creen en la inmortalidad, creen en la historia”[2].
Y posiblemente
ustedes se pregunten, “Bueno, qué
relación tiene esta pequeña introducción con el tema del trabajo”, a esa
interrogante le iremos dando respuesta a través de este texto donde nos
proponemos: reflexionar sobre algunas concepciones religiosas
en los textos martianos (especialmente el concepto de la muerte y la imagen de
Dios) y analizar muy brevemente la evolución e
influencia de estas concepciones en su vida a través de su obra.
Le invitamos a que
reflexionen y extraigan también sus propias conclusiones de las que me gustaría
retroalimentarme.
Volviendo a esa
bella frase, nos detendremos en los conceptos virtud y eternidad. Según el Diccionario Aristos virtud significa: “1/ Actividad, fuerza, poder de las causas para producir sus efectos.
2/ Fuerza, vigor, valor. 3/ Poder, facultad o potestad de obrar. 4/ Integridad
y rectitud, probidad y bondad de vida. 5/ Hábito y disposición del alma para las
buenas acciones. 6/ Acción virtuosa o recto modo de proceder... .”[3] Las acepciones
en el diccionario dadas nos permiten obtener una noción auténtica del sentido
de la misma, pero también podríamos añadirle, conociendo las cualidades de la
personalidad martiana y el significado connotativo de la frase referenciada: sentimientos, principios, convicciones,
trabajo, conocimiento, conciencia del bien, perfección espiritual, comprensión
del yo y el nosotros, entre muchas más.
En el caso de
la palabra eternidad figura: “1/ Perpetuidad que no tiene principio ni
tendrá fin, atributo propio de Dios. 2/ Duración sin fin. 3/ fig. Duración dilatada
de siglos y edades. 4/ Vida del alma después de la muerte.”[4]
Tratándose del ser humano esta significa: vida posterior. ¿Y qué significa vida
posterior? Pues en ella se reconoce la muerte física y la inmortalidad del
alma, es una concepción religiosa. Martí asume, incuestionablemente, esta
noción en su vida. Pero Martí era hombre mesurado, no se apresuraba a dar
respuesta a algo sin haberlo examinado antes, observado antes, sin haberlo
pasado por el filtro de su razonamiento, extraía conclusiones solo después de
llegar al entendimiento de las cosas, sobre esto decía: “el primer deber del hombre es pensar por sí mismo”[5]. Todo lo pasaba por el filtro de su clara
inteligencia y su sabio razonamiento, escribía sobre esto:
“Deduzco, pues que no debo oponerme a la obra
natural de la inteligencia, y que tengo el derecho de buscar la razón de lo
vago por un camino racional, no fijaré lo que no sepa, pero investigaré lo que
no sé. La razón buena no conoce la cobardía filosófica: analiza todo lo que
siente, estudia todo lo que ve”[6].
Por tal motivo
Martí concibe una forma especial de ver la muerte.
La ve como vida, como trascendencia de su obra, como eternidad. Por lo que existe una relación estrecha entre los
conceptos muerte y eternidad en la cosmovisión martiana. Una personalidad con
tanta sensibilidad, con tanta poesía interna simpatizaba con esta idea
religiosa. Pero sabía que la eternidad no se adquiría por derecho propio, se
ganaba con sacrificio, tenacidad y constancia, de ahí que concibe el ejercicio
de la virtud como la clave para lograr su proyecto y la religiosidad en su
carácter para modelar el camino hacia la cúspide.
En un curso de
Filosofía impartido por una profesora española escuché esta frase: “en la forma de concebir la muerte está la
clave de la vida”. La anoté intuitivamente,
comenzaba en aquel momento a carcomerme
la incertidumbre sobre la palabra muerte, recién iniciaba a cuestionarme
el encanto de este vocablo cuya mera mención me espantaba tanto, entonces
emprendí la tarea de cambiar no solo la imagen, sino también la concepción que
tenía sobre ella, pues las alusiones referidas por aquella maestra y a las que
Martí hace referencia en sus trabajos de Emerson, Darwin, Whitman, me hicieron
considerarla muy sugestiva por la connotación que encerraba desde esta nueva
perspectiva y a repensar el término.
Cualquier
agnóstico concibe la muerte como fin, como dolor, sufrimiento, tinieblas, como
símbolo espeluznante. Sin embargo, la sensibilidad martiana la describe como hermosa, sublime, dulce, bella, placentera…la
conceptualiza como principio, alegría, como luz que se eleva, cima, como trascendencia,
como inmortalidad. Escribía sobre la
muerte de Emerson: “la muerte es una
victoria; y cuando se ha vivido bien el féretro es un carro de triunfo, el
llanto de placer…la muerte de un justo es una fiesta”[7].
Por eso se
proyecta un plan de vida. Renuncia a los placeres, al reposo, porque sabía que
el trabajo lo llevaría al descanso después de su muerte física, pero que su
obra cobraría vida al rebasar la memoria histórica, recordemos que sobre la
muerte expresaba: “la vida comienza con la muerte”[8].
Hay otra
referencia que enfatiza la idea de la muerte como eternidad: “el idealismo
no era en él, deseo vago de muerte, sino convicción de vida posterior que ha de
merecerse en la práctica serena de la virtud en esta vida”[9]. Como vemos la virtud está presente como la clave para
trascender, para convertir la vida en un eterno haz de luz. Luz como claridad de pensamiento, como ilustración, como verdad, como bien, como lucha, como disciplina, como mejoramiento
humano. La virtud- era el proyecto de
vida, el ejercicio de la virtud- el sentido
de la vida, el resultado- la trascendencia después de la muerte física, o sea,
la eternidad.
Estaba
convencido que la fórmula para transitar hacia la eternidad residía en la
armonía entre la verdad, la pureza y el
trabajo creador.
Decía: “un hombre ignorante está en camino de ser
bestia, y un hombre instruido en la ciencia y la conciencia, ya está en camino
de ser Dios”[10]. Si comparamos su
conceptualización de Dios con la de la
virtud como clave para merecer la eternidad podríamos encontrar cierta
analogía, cierta sinonimia, sobre lo cual reflexionaremos más adelante, detengámonos,
primeramente, para entender la esencia del símil en las palabras ciencia y conciencia ¿A qué se refiere
Martí cuando utiliza estos vocablos?
Cuando habla de
ciencia se refiere al conocimiento, a
la investigación, a la superación constante en las diferentes ramas del saber
para cultivarnos y liberar nuestras mentes, se refiere a la necesaria búsqueda de la verdad para
lograr la libertad y emancipación individual y social, a la disciplina personal
con respecto al sentido de la integridad interior y su coherencia con la acción
y entrega a los demás, y ya aquí está haciendo referencia a la conciencia; porque
aun cuando no era un psicólogo, ni desarrolló conscientemente esta ciencia, su
profunda intuición, conocimiento del ser y de si mismo, sus ansias por
compartir sus ideas, opiniones, conocimientos lo llevaron a hablar de forma
implícita de valores, de formación de la
personalidad, si se examina, muchos de los elementos de la psicología
actual pueden encontrarse en sus preciados textos.
Sabía que la
inteligencia no se refería solo al mundo cognoscitivo, que la instrucción debía
de acompañarse de amor- lo cognitivo lo fusiona con lo afectivo y de esta
fusión nace el concepto de sí mismo, la autoestima y el autocontrol, que dan
paso a la conducta del individuo, a su actuación, la personalidad se
forma y manifiesta en la fusión de dos planos: como seres sociales herederos de
la cultura que nos antecede, en el plano externo; y en el plano interno, donde
se ponen de manifiesto las particularidades del carácter.
Como vimos en
la frase anterior y en la unión de estas dos esferas y planos está su concepción
de Dios. En la reflexión y autorregulación o autocontrol constante está su
concepción de Dios. Apuntaba: “…es útil
concebir un gran ser alto, porque así procuramos llegar por natural ambición a
su perfección”[11].
Todos los
elementos relacionados con la obligación moral del hombre y que tiene sus
raíces en lo ético-cristiano influye en la concepción martiana del hombre, y
todos “aquellos aspectos que en la
religión están y a todos convienen”[12] como el propio
Martí dijera. Desde
el punto de vista ético Martí era extremadamente exigente, las palabras ambición y perfección en su frase dan
muestra de esa rigurosidad en su carácter, o religiosidad- entiéndase por esta
última, constancia, tenacidad, sistematicidad, disciplina, autorreflexión,
control de sí mismo.
Para nuestro
héroe nacional Dios era el modelo de hombre al que él aspiraba, estaba
convencido que internamente el ser humano necesitaba proyectarse un ideal que
lo superara espiritualmente, que le sirviera de grillo de la conciencia, que le
exigiera constantemente, mejorar, perfeccionarse en el plano singular. Sobre
esto apuntaba: “es innata la reflexión
del espíritu en un ser superior, aunque no hubiera ninguna religión todo hombre
sería capaz de inventar una porque todo hombre la siente”[13].
Para él Dios
era Naturaleza creadora porque el espíritu humano existía gracias a ésta,
sugería buscar la respuesta acudiendo a “la Gran Madre”, “abrir el libro, cuyas páginas han escrito
los siglos”[14],
no aconsejaba basarse en los juicios de los hombres “porque existen de procurar destruirse”[15],
prefería la evidencia de la memoria histórica.
Dios era
aquello que podía explicarse aunque no se encontrara una respuesta “tangible”,
pero a lo que se podía aspirar y por lo que se podía luchar por medio del
trabajo y la abnegación, de la verdad y la justicia, de la honestidad y el
deber cumplido para merecer la eternidad, el infinito, “el universo, -principio de los conocimientos humanos”[16].
Por eso
definiría muy bien su imagen de Dios, estaba consciente que no era un ser prodigioso
el cual podría solventar nuestras dificultades, estaba consciente que no
existía fuera de nuestra conciencia, y que la solución de nuestras vidas y
nuestros destinos estaba en nosotros mismos. En escenas Mexicanas escribía:
“El ser
tiene fuerzas y con ellas el deber de usarlas. No ha de volver a Dios los ojos,
tiene a Dios en sí: hubo de la vida razón con qué entenderse, inteligencia con
qué aplicarse, fuego activo con qué cumplir la honrada voluntad. Todo en la
tierra es consecuencia de los seres en la tierra vivos. Nos vamos de nosotros
por inexplicable lucha hermosa; pero mientras, en nosotros estemos, de nosotros
brota la revelación, la enseñanza, el cumplimiento de toda obra y ley”[17].
Su claro
razonamiento y sabia inteligencia, su imaginación y poesía interna le
permitieron entender, crear y aplicar en su vida el ideal de ese gran ser alto
que le facilitó llegar al conocimiento a través de la investigación, a la
pureza a través del bien, a forjar su personalidad en la armonía entre la
conciencia y la conducta, entre el plano interno y el externo, entre su yo
singular, particular y general.
Como buen cristiano Martí creía en Dios, mas su pensamiento religioso
divergía del hombre común, un hombre con tanta cultura y sabiduría tenía muy
bien conceptualizada la imagen de Dios, demistificada la figura de Cristo,
definida la muerte, y realmente creía en la vida eterna, pero a través de la
trascendencia de su obra.
Las siguientes
frases corroboran esta interpretación. Una nos muestra como se manifiesta su
concepción de Dios en su reflexión íntima, la otra en el plano colectivo. Al indagar sobre la creación se preguntaba:
“¿A quién le podemos preguntar?
¿A Dios?.- ¡Ay¡ no responde, porque nos han
enseñado a creer en un Dios que no es el verdadero: el verdadero impone el
trabajo como medio de llegar al reposo, la investigación como medio de llegar a
la verdad; la honradez como medio de llegar a la pureza. ¡Qué alegre muere un mártir¡
¡qué satisfecho vive un sabio¡ cumple con su deber, lo cual si no es fin, es el
medio”[18].
Cuando hablamos
del plano interno hacemos referencia a lo singular en la personalidad, a la
individualidad, a su yo interior, a su conciencia, a su pensamiento, a sus
sentimientos y valores espirituales individuales.
A través de
esta bellísima reflexión sobre la obra de la creación Martí nos lega los
ingredientes de la virtud = trabajo +
investigación + honradez, esa es la fórmula a las palabras mágicas para
penetrar el universo de lo eterno.
¿Quién nos
impone el trabajo, la investigación y la honradez? – nuestra propia conciencia
que está condicionada por lo social, nuestro ardiente deseo de llegar al
reposo, a la verdad, a la pureza. Estas son el resultado de la fusión de lo
afectivo y lo cognitivo que conforman nuestra espiritualidad, nuestra
singularidad, lo que nos hace diferente. Visto todo esto en esta frase a través
de las imágenes del mártir y el sabio, de quienes se sacrifican por el bien
común, de la patria, y de la ciencia.
Es interesante
como la frase nos deja un final sugerente y abierto: “lo cual si no es fin es el medio”, nos surge inmediatamente la
pregunta: ¿El medio para qué? ¿Para llegar a merecer la inmortalidad, la
trascendencia? ¿Para inscribirse en el gran libro de la memoria histórica?
Creemos es un hecho que queda bastante claro y que fundamenta un poco la frase
de la virtud como llave de oro… Así
lo interpretamos porque solo aquellos que piensan y viven por y para los demás
trascienden, aquellos cuya máxima es patria y ciencia, amor supremo, verdad,
mártir y sabio; aquellos en cuya personalidad se funden elementos cognoscitivos
y afectivos dando muestras de una conciencia espiritual pura que se materializa
en ejemplos de excelentes modos de actuación; esos que logran la armonía entre
la materia y el espíritu, el objeto y la conciencia, el yo singular y la
preocupación, protección y defensa del yo particular y general; esos son los
que logran irradiar luz propia, merecen la vida eterna. Martí para Cuba y
América es vivo ejemplo de mártir y sabio, logró conscientemente en vida su
trascendencia.
Una vez más a
través de la concepción religiosa, a través de aspectos éticos que le parecen
muy valiosos en la religión nos trasmite el concepto de virtud, el concepto de
ser humano como individualidad o personalidad pero que tiene gran influencia en
la esfera social y viceversa. ¿Cómo se llega a mártir o a sabio? Sino a través
del sacrifico personal pero por el bienestar, la justicia, el progreso, la paz
de un país o la humanidad – transita de lo singular a lo universal, y lo singular
universaliza.
En sus
pensamientos filosóficos se recoge el siguiente fragmento con referencia a Dios
que abarca el plano universal:
“no es
necesario fingir a Dios desde que se le puede probar. - por medio de la ciencia
se llaga a Dios. No dios, como hombre productor, sino Dios, como inmenso mar de
espíritus, a donde han de ir a confundirse ya resueltas, todas las soberbias
inconformidades de los hombres lo cual tal vez puede afirmarlo la Poesía, intuitiva, pero no
debe apresurase a afirmarlo la filosofía experimental”[19]
Cuando hablamos
de plano externo nos referimos a la actuación del individuo en el medio social
en que se desenvuelve, se refiere a la conducta de su yo interno al
materializarse como miembro de una comunidad, región, país, humanidad, lo que
contribuye al yo particular y general. El plano externo lo veremos en esta
frase como la suma de los individuos que conforman la sociedad y que matizan
cada región o país con sus creencias, idiosincrasia, que atesoran la cultura de
la humanidad como lo universal, dentro de lo que sobresale lo trascendental.
A través de
esta reflexión Martí ve a Dios en el plano universal como conjunto de
resultados de la creación humana, como las huellas concretas impresas en el
espacio y en el tiempo resultantes del espíritu de superación colectiva, de
investigación y de justicia de los hombres. Para Martí la verdad estaba en lo
que trascendía, en lo que perduraba a través de las diferentes épocas. Ese mar
de inconformidades resueltas es “el libro
de los siglos”, la memoria histórica de la humanidad y el universo.
Toda referencia
al Espíritu santo se centra en la naturaleza creadora, la ciencia, la
conciencia, el conocimiento de sí mismo, la lucha interna y externa del
individuo por la virtud, por la entrega total a la defensa de los más genuinos
valores colectivos y humanos.
Dios es
utilizado como metáfora para significar principios, convicciones, sentimientos,
conocimientos, modos de actuación basados en la más lírica armonía entre la
belleza del corazón y del medio, entre la pureza del alma y de la actividad,
entre la luz del espíritu y la palabra.
Evidentemente gran influencia en su reciedumbre por el mejoramiento
humano en el plano individual la tuvo su concepción religiosa del mundo
espiritual, su concepto de Dios como imagen de perfección del bien en la conciencia humana “Dios existe, sin embargo, en la idea del bien que vela el nacimiento de cada
ser, y deja en el alma que encarna en él una lágrima pura. El bien es Dios. La
lágrima es la fuente del sentimiento eterno”[20].
Se han
utilizado solo algunas de las referencias a Dios y de la muerte. Con esto no
queremos decir que sus textos estén plagados de ellas. Tenía grandes
preocupaciones y objetivos trazados por qué luchar, él mismo decía: “no soy bastante instruido en cada una de
las religiones para poder decir con razón que pertenezco a una de ellas”[21]. Más sí tenía muy bien concebida la idea de Dios y su
creencia en que la virtud se lograba a través de la conciencia personal, y que
ello podría alcanzarse mediante la concepción de un ser ideal que lo superara
espiritualmente, su lucha estaba dirigida a la competencia consigo mismo por
conquistar la perfección humana, lo que le permitía crecerse espiritualmente,
conocerse, posibilitándole el conocimiento y la comprensión del prójimo. Y
estaba convencido que la meta la alcanzaría mediante el constante trabajo
investigativo, crítico y creador y que la verdadera naturaleza y fortuna de la
vida residían no en la cima en sí, sino en el abrupto camino hacia ella.
A través de su
obra observamos una etapa de actividad creadora en los diferentes
campos del saber humano y de educador,
donde recurre a la imagen de Dios como vía para trasmitir su ideal del hombre,
de perfección espiritual en la búsqueda de la armonía entre el alma y la
acción, y del ejercicio de la virtud en
el plano interno y externo, características
de la personalidad que son las
bases de la formación y fortalecimiento de los valores humanos.
Conocía los
límites de la oscuridad y de la luz, sabía que traspasar las fronteras hacia el
extremo de las cosas era navegar contra la verdad, romper una conexión de las
partes de un todo, romper la armonía del virtuosismo, era como traicionarse a
sí mismo, que es lo mismo que traicionar a los demás. Se necesita de mucha
sensibilidad para comprenderlo, de la carencia de prejuicios, de esquemas, de
dogmas para bien interpretarlo.
Modeló su personalidad, influyó y legó a través de sus enseñanzas su
concepción del hombre, trabajó en la conciencia social de sus contemporáneos
siendo ejemplo puro y haz de luz para generaciones futuras.
Tal exigencia y
rigurosidad en la perfección y sinceridad de su yo singular o personalidad lo
conducen a la necesidad de transmitir sus ideas para instruir y educar a sus
coetáneos y nuevos generaciones a un plano particular- la patria, que
trasciende a lo universal- la humanidad.
Hay otra etapa
de agitador político. Esta etapa se
caracteriza por su llamado a la conciencia social mediante, no solo la
actividad creadora o educadora, sino de la acción política. Esta etapa incluye
su dedicación a la lucha por la independencia de Cuba como soldado activo y
transformador en el campo de la acción.
Durante este periodo su lenguaje sin dejar de mantener su belleza estética y poética se torna más práctico, más
sabio, más dedicado a la perfección social.
Se encuentran referencias frecuentes al Señor desde su temprana
publicación El Presidio Político en Cuba,
documento publicado cuando solo contaba 18 años en el cual Martí vierte todo el
horror vivido, denuncia las inhumanas barbaridades cometidas, aúlla de dolor
por la patria y hace un llamado a la conciencia de identidad nacional.
Las referencias comienzan a
disminuir más adelante en textos de corte político o patriótico, lo que no
significa que desaparezcan totalmente; en carta dirigida a Ramón Mayorga Rivas,
un mes
antes de su muerte, apuntaba: “… es proeza grande e inmortal de veras
digna de almas perfectas, presentarse
ante Dios el hombre para ser juzgado, llevando la bandera de la Patria por sudario”[22].
Su concepto de
religiosidad una vez más entraña el medio ideal para alcanzar la pureza de
espíritu que necesitaba para enfrentar la gran obra que realizó no por azahares del destino, sino por convicción propia, como héroe y
maestro, como mártir y sabio.
En las décadas del 70 y el 80 se recogen con frecuencia referencias
religiosas en disímiles artículos, discursos, apuntes; es un periodo de
definición no solo en el plano afectivo, sino también en el plano cognitivo;
alcanza una madurez extraordinaria desde el punto de vista teórico en
diferentes ramas
del saber humano. Todo
lo observa, indaga y extrae sus
propias conclusiones. Logró alcanzar una increíble capacidad para determinar
justamente los extremos y alcanzar el equilibrio, es época sustanciosa en
trabajos críticos de corte social, histórico, literario.
Se dedicó a realizar una labor publicística y literaria tanto en países
latinoamericanos como en los Estados
Unidos, a transmitir sus certeros juicios, y despertar la conciencia del
pensamiento propio en cada individuo como vía para llegar a la verdad o a la
libertad por la justicia y dignidad del ser humano. Su creación es un legado de
valores espirituales, morales, éticos,
estéticos, convertida hoy en fuente de enseñanza, en ideario, en
filosofía.
Se nota una evolución
en su conciencia religiosa, no en cuanto al concepto de religión en sí, pues este lo tenía claro, sino en su concepción interna,
primeramente que le llevan a modelar su ideal de hombre, y con ella la
exigencia permanente consigo mismo y en sus relaciones sociales de no traicionar con
su actuación ese ideal
concebido.
Fue un filósofo que supo transmitir sus aprendizajes a través de las
imágenes políticas más fascinantes, lo que la filosofía no le permitía decía,
pero si se lo facilitaba la poesía intuitiva por naturaleza.
Existen tres etapas que marcan la personalidad de Martí como hombre íntegro
y ejemplo
de virtud a los que
contribuye, sin dudas, su religiosidad singular.
La primera se caracteriza por el riguroso proceso de metacognición,
autorreflexión, autovaloración y autocontrol constaste, no solo de sus
razonamientos, sino también de sus sentimientos. Esta le permitió lograr una armonía interna
que se materializaba en la mágica influencia que ejercía sobre los demás en la comunicación oral, o escrita y que aún ejerce a través de
la lectura de sus obras.
Sus criterios
van más dirigidos a influenciar en la espiritualidad o la conciencia singular,
en la formación de valores individuales que le permitan al hombre consciente y
paulatinamente convertirse en defensores y transformadores a un plano
particular y general.
La segunda se desprende de la anterior. Tal exigencia y minuciosidad
en la perfección y
sinceridad de su yo singular lo conducen a la necesidad y motivación interna de trasmitir sus ideas para instruir y educar a sus
coetáneos en el plano particular la patria que trasciende a lo universal la
humanidad.
La tercera es un llamado a la conciencia social a través no solo de la
actividad creadora, sino de la acción política, sus propósitos van dirigidos a
influir en la actividad social, en la necesidad de la acción para
defender y conquistar la libertad y dignidad de la patria y la humanidad.
Se hace necesario
aclarar que estas etapas no están una superpuesta a otra, ni
divididas o separadas en el tiempo, sino que forman un sistema armónico único
muy interrelacionados, aparecen desde que aflora como adolescente y comienza a modelar su personalidad, fluyen
en sus escritos de forma simultánea y a la
vez cíclica en su corta pero intensa vida, se presentan en su condición de patriota, por
ejemplo, desde su Presidio Político en
Cuba, maduran en su concepto de Patria es Humanidad, se materializan cuando lo sorprende la muerte
luchando por la independencia de Cuba, transitan de lo singular a la universal y viceversa.
El análisis, reflexión e interpretación de sus referencias religiosas
nos ha llevado a concluir que la religiosidad martiana le exigió reciedumbre
en su personalidad o espíritu, sabía que no era perfecto como ser humano por lo
que concibió un ser interno que lo superaba y por soberbia natural aspiraba a parecerse a él, conjugó con gran
armonía la sed por el conocimiento y ansias
por el mejoramiento espiritual lo que se materializó en su actividad creadora y
política a través de la fusión de valores transcendentales.
No habla de personalidad pero habla de espíritu, no habla de valores,
pero habla de virtud y es la
religiosidad interna por el constante perfeccionamiento lo que contribuye a la
alimentación de ese fuego cristalino que lo hace partícipe y artífice, héroe y lumbrera.
Bibliografía
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ARISTOS.
(1985). Ed. Científico Técnica. Ciudad de la Habana. Cuba.
MARTÍ en la Universidad IV.
Selección y prólogo de Cintio Vitier. (1997). Ed. “Félix Varela”. Ciudad de la Habana. Cuba.
VALDEZ,
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Pensamiento Martiano. Ed. Ciencias Sociales. Ciudad de la Habana. Cuba.
[1]
.- Emerson p.129. MARTÍ en la
Universidad.
[2]
.- Courland Palmer, La Nación,
Buenos Aires, 9 de Septiembre de 1888, t.13, p.350.
[3]
.- Diccionario Cervantes, p.651
[4] .- ibídem. p.279
[5]
.- Hombre de campo. P.137. MARTÍ en la Universidad.
[6] .- Páginas de filosofía. p.118. Ibídem.
[7]
.- Emerson, p: 132.
Ibídem.
[8] .- Páginas de filosofía. p.118. Ibídem.
[9] .- Emerson, p: 132. Ibídem.
[10] .- Emerson, p: 132. MARTÍ en la Universidad.
[11] .- Hay en el hombre…, p: 140. Ibídem.
[12]
.- Hay en el hombre, 140. Ibídem.
[13] .- Fragmentos, t.19, p.391
[14]
.- Filosofía 2, 119. Ibídem.
[15]
.- Filosofía 2, 119. Ibídem.
[16].- Páginas de filosofía, 116. MARTÍ en la Universidad.
[17]
.-Escenas Mexicanas, t.6, p: 286
[18]
.-Pensamiento filosófico, p: 121. Ibídem.
[19]
.- Pensamiento filosófico, p: 119. MARTÍ en la Universidad.
[20]
.-Presidio
Político en Cuba. T.1, p. 45
[21]
.- Cuadernos de apuntes, t.6, p: 42
[22] .- Epistolario, t. 4, p. 135